'The Top Banana' Chicago


Una de las primeras actividades que cualquier turista que se precie realiza cuando visita una ciudad es el oportuno paseo en autobús descapotable. A las 10:30 horas estaba prevista la salida del mismo frente a la puerta del Hotel Palmer House, en W Monroe St, justo enfrente de nuestro hotel. Nuestra tarjeta Go Chicago nos permitia hacer el tour gratis (así como otros dos más, uno por North Side y otro por South Side, pero no en el mismo día). Entramos en el fantástico vestíbulo del Palmer House y nos dirigimos a una de las tiendas de souvenirs de la planta baja del hotel, donde una empleada de la compañía Gray Line, la empresa de los autobuses, activaría nuestra tarjeta Go Chicago y nos daría los tickets del viaje y el itinerario.

                                   (vestíbulo del Hotel Palmer House)

A las 10:30 en punto comenzó nuestro paseo en un autobús bautizado con el simpático nombre de 'The Top Banana',  supongo que por el mismo motivo por el que a un vehículo similar de color rojo se le podría llamar 'The Top Tomato'. Un chico blanco típicamente norteamericano que se presentó como Tim o Jim (tal vez Tom o John) iba a ser nuestro guía. Mi primera sensación una vez tomado asiento fue la de un frío intenso, casi polar, a pesar de que la mañana era espléndida. Iba de entretiempo y fue un grave error.
Nuestro The Top Banana (en adelante TTB) era más bien modesto. Su amarillo algo desvaído y su porte discreto chocaban con el ornato de los autobuses de otras compañias, que podrían haber causado furor en cualquier desfile del orgullo gay. No era tal el menester de TTB.
Tim (o Jim), bien abrigado, agarró el micro con sus manos enfundadas en mitones, activó la megafonía, que emitió un áspero gruñido, y comenzó su particular espectáculo.

                             (Tim (o Jim), con la ciudad al fondo)

El paseo es recomendable en el sentido de que da una idea general del downtown de Chicago. La primera parte del recorrido transcurre por Michigan Avenue hacia el sur, hasta llegar al campo de los museos, desde donde gira hacia el norte, se desvía a Navy Pier, sigue hacia el norte hasta el John Hancock Center, Water Tower y baja por Clark para dirigirse hacia la Willis Tower (antes Sears, la torre más alta de América). Desde allí vuelve al punto de partida en Monroe. Se puede bajar y subir cuantas veces se desee a lo largo del día.

                       Jim (o Tim) y yo, de derecha a izquierda

Nada más presentarse, Tom (o John) (tal vez Tim, o Jim) nos dijo que ser demasiado feo para prostituirse era la razón por la cual se dedicaba a la profesión de guía turístico del TTB. Cuatro mujeres de mediana edad, probablemente solteronas de Wisconsin, reían a mandíbula batiente cada vez que Jim abría la boca. Una pareja de Madison hacía lo mismo. Yo no me enteraba de mucho pero siempre procuraba girar la cabeza de manera sincronizada con el grupo.



Entre chistes y anécdotas, Tim (se llamara o no así, así lo llamaré a partir de ahora) desgranaba su exposición con gracejo y profusión de movimientos tipicamente norteamericanos, me pareció. Su abuelo, que fue policía en Chicago, le contó numerosas anécdotas de gangsters y de personajes famosos, como Frank Sinatra, que luego él reproducía durante el recorrido para disfrute de las solteronas de Wisconsin y de la pareja de Madison. Yo habría disfrutado también mucho si hubiera entendido todo lo que Tim iba diciendo pero, a falta de un mayor nivel de inglés y de sociolingüística norteamericanos, que me impedían 'pillar' sus chistes, mi atención era captada por pequeños detalles: el sonido gutural de su voz; las saltarinas gotitas de saliva que se dejaban ver al trasluz al escapar de su boca, de las cuales muchas de ellas hacían diana en el micro...

                        Skyline desde TTB, a su paso por el Campo de los Museos

Más pendiente iba yo de las formas que del fondo del trabajo de Tim cuando éste pronunció la palabra 'Mussolini' y mis antenas se activaron de repente, como si se tratara de una alerta condicionada. Era una pequeña falsa alarma psicológica. TTB se dirigía hacia Soldier Fields y el Campo de los Museos, parte final de su recorrido sur. Muy cerca de allí, en el año 1833, durante la Exposición Universal de Chicago, aterrizaron los 24 hidroaviones que el aviador italiano Italo Balbo comandó desde Roma. Fueron recibidos por las autoridades de la ciudad con todos los honores y, en agradecimiento, Mussolini regaló a la ciudad de Chicago una columna romana del puerto de Ostia que data del siglo II d.c., conocida hoy como columna de Balbo.
Tim contaba la historia con fluidez y, al acabarla, guardó un leve silencio calculado para terminar diciendo, con humor que me recordó a las telecomedias de situación norteamericanas, 'Thanks, Mussolini'.
Gracias, Tim, digo yo.