Nuestros primeros pasos


En medio de la enorme sala de la terminal 5 del aeropuerto (hay terminales 1, 2, 3 y 5, pero nunca supe por qué no existía la terminal 4), estábamos Mich y yo con nuestras maletas en un carrito, mirando a un lado y a otro. Yo sabía que la forma más económica (aunque no la más cómoda, por el equipaje) de llegar a nuestro hotel en el 'Loop' (la almendra de la ciudad) era el tren 'L' de la CTA, siglas de la Chicago Transit Authority, equivalente a nuestro 'Metro' pero mucho más superficial. Había que encontrar la conexión. Varios giros de cuello después, pregunté a unos jóvenes de origen asiático, empleados del aeropuerto, los cuales, en un inglés de pasapalabra y fuerte acento americano, según me pareció, me contestaron sin que pudiera entender nada más que 'nosequé upstairs'. Dije sorry y tuvieron la amabilidad de repetírmelo, esta vez más despacio. Dije OK con determinación, a pesar de que sólo había entendido que tenía que subir unas escaleras. Mich me preguntó si me había enterado y le dije que sí y, para demostrárselo, seguí a unos italianos que parecían muy decididos. Cuando los italianos no supieron adonde ir yo tampoco. Volví a girar el cuello una y otra vez hasta que un señor de unos 60 años recostado en una columna me dijo en español: '¿dónde van'?. Seguí sus instrucciones y subimos a un trenecito que nos llevó a la terminal 3, donde, por fin, encontramos los trenes 'L' de la CTA. Los italianos nos siguieron aliviados.